El de La Puebla confirma así su estado de gracia
Con un lote solo mediano, exhibición de inteligencia y clasicismo
Lote sobresaliente para Manzanares, que se deja ir un quinto toro de bandera
Talavante, aparatoso
Sevilla. Lunes, 5 de mayo de 2025. (COLPISA, Barquerito).10ª de abono. Primaveral. Lleno. 10.500 almas. Dos horas y tres cuartos de función,
Cuatro toros -1º bis, sobrero- de Hermanos García Jiménez y dos -5º y 6º- de Olga Jiménez.
Morante, ovación tras aviso y oreja tras aviso. Manzanares, una oreja y ovación tras aviso. Talavante, silencio y una oreja.
Javier Ambel, herido menos grave en banderillas por el tercero. Cornada de 30 cms.superficial en el muslo derecho.
PLENAS DE SENTIDO del toreo y torería, dechado de virtudes, las dos faenas de Morante fueron tan distintas como la condición de cada uno de los toros de su lote. Un primero bis cinqueño, rellenito, corto de cuello, que no llegó por eso propiamente a descolgar y un astifino cuarto que quiso bien por la mano derecha pero fue incierto por la izquierda.
A los dos toreó de capa con distinción y sello propio. Al sobrero salió a fijarlo fuera de las rayas en gesto de riesgo. Al cabo de cinco lances de poder Morante sufrió un desarme. El toro tuvo el capote de pálidas vueltas verdes a tiro dos o tres veces en el suelo, pero como por arte de magia se resistió a cornearlo. Al toro devuelto lo había recibido en tablas con lances rodilla en tierra, media y un lance más de salida, Una vez enterró pitones el toro y tres veces claudicó de inválido. Al cuarto, que se soltó de cada uno de los lances de recibo y volvía contrario por sus pasos a reclamo, le dio fiesta a su manera: largando capa suavemente sin rectificar terreno. A los tres toros los lidió con brevedad y majeza. Sin el brillo de la verónica metódica, el capote de Morante se dejó sentir. Solo que donde vino Morante a pronunciarse a gusto y a fondo fue muleta en mano combinando el repertorio caro -una exhibición formidable del toreo ayudado por alto a suerte cargada en la apertura del cuarto toro, el estatuario clásico en tablas para abrir faena con el sobrero, el toreo posado a pies juntos por alto aliviando toro- con el canon ineludible del toreo fundamental, en redondo por la diestra, al natural enganchando el toro por delante. De todo lo cual hubo regalo en abundancia. Tandas de cuatro, cinco y hasta seis ligados. Recortes de salida o molinetes de recurso, bien como apertura o mejor como pase intercalado antes del remate de tanda. Ni lo incierto del cuarto toro por la mano izquierda, que amagó con arrollarlo, le hizo desistir de abundar por esa mano.
Por el contrario, cuando se fue a tablas ese toro, Morante le pegó pisando su terreno una tanda memorable por el desgarro. Hasta en los muletazos de desgarro pareció acariciado el toro. Ni pausas de más ni tiempos muertos, con precisión de reloj los dos trasteos de tanta autoridad como armonía. La fe con que se volcó con la espada para tumbar al cuarto fue la última prueba de su entrega sin reservas.
El lote de la corrida de la familia Matilla se lo llevó entero Manzanares: un segundo de manifiesta bondad y un completísimo quinto del hierro de Olga Jiménez merecedor de una vuelta al ruedo en el arrastre que el palco escamoteó tal vez por no herir el honor del matador. Con ninguno de los dos toros llegó a volar alto Manzanares. Dos tandas con la izquierda lánguidas y despaciosas con el toro de Olga Jiménez llegaron en el tercer tramo de una faena abierta con demasiados tirones y voces con la derecha. No será fácil encontrarse donde sea con un toro tan propicio como ese quinto. Al buen segundo lo toreó con rigidez vertical y con desigual ajuste. Los dos toros rodaron sin puntilla. La resistencia del gran quinto a hacerlo provocó una ovación rotunda entonces y en el arrastre también.
El primer toro de Talavante tropezó engaño y justo de fuerza tuvo poco interés. Más revolucionado, el sexto en cambio sí se prestó a una faena igual de revolucionada, salpicada de cosas varias y tan desiguales como varias, de ritmo roto una y otra vez, con Talavante pendiente del tendido y del toro al mismo tiempo Los fuegos de artificio hicieron efecto.
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Cuaderno de Bitácora.- Daría lo que fuera por leer o ver representada la obra maestra de Juan Antonio Cavestany, un dramaturgo del país que tiene lápida de bronce en la calle Zaragoza, en la fachada de la que fue y sigue siendo, pero cerrada, la Taberna del Alabardero..
"El esclavo de su culpa" se titula el drama de Cavestany que tanto debió de celebrarse."Cantor fervoroso de las glorias de Sevilla": así define la plaza a su autor.
Para "El burlador de Sevilla" de Tirso de Molina, nada. Es probable que Tirso no llegara a conocer Sevilla, pero la leyenda del burlador trascendió tanto que hasta un fraile mercedario como Tirso se atrevió con ella en una especie de tragicomedia memorable. Versos espléndidos, como el recital del "largo me lo fiáis" tan barroco y pagano. Tirso de Molina da nombre a una callecita recodo sin salida a mitad de Carlos Cañal. Ya llegando a Zaragoza y a territorio Cavestany.