TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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Sevilla. Crónica de Barquerito. Corrida de pobre nota de Jandilla

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Generoso premio para Borja Jiménez

Las dos orejas de un noble sexto que rompió el maleficio de un espectáculo inesperadamente pobre

Castella, firme pero sin inspiración

Para Manzanares el peor lote


Sevilla, viernes, 2 de mayo de 2025. (COLPISA, Barquerito). 7ª de abono. Revuelto, fresco. 9.500 almas. Dos horas y cuarto de función. Seis toros de Jandilla y Vegahermosa (Borja Domecq Noguera). Castella, silencio en los dos. Manzanares, silencio en los dos. Borja Jiménez, silencio y dos orejas.

 

DOS TOROS desigualaron por pinta y hechuras la corrida de Jandilla. Un primero castaño, buen cuajo, frondoso cuello, y un tercero entre albahío y jabonero, con más carnes que los demás. Castella se plantó a porta gayola con el uno, le pegó muchos capotazos cortantes y después de varas se hizo cargo de la lidia en banderillas. Señal manifiesta de que el toro parecía convenirle. Fueron solo las apariencias. Tardó no poco Castella en enredarse con el toro, le pegó casi tantos muletazos de prueba como capotazos previos de doma. A la hora de echar cuentas, el toro, pronto pero sin golpe de riñón, echó la cara arriba en embestidas cortas y acabó cabeceando ligeramente. El son del toro quedó en mera promesa. Castella no estuvo ni a gusto ni a disgusto, no hubo una sola tanda completa, sí un monótono empeño. Y media estocada soltando el engaño.

El toro albahío, escarbador, las manos por delante, brusco, bramó mucho y, aunque atemperado en una tanda inicial de dobladas de Borja Jiménez, se resolvió luego punteando y defendiéndose. Una faena breve y peleona. Intentos con la zurda de uno en uno. Toro mirón, Borja optó por meterse entre pitones sin mayor fortuna. Un pinchazo en la suerte contraria y una estocada. Rodó el toro sin puntilla.

En el tipo y la pinta más reconocible de Jandilla salieron los cuatro toros restantes. En el lote de Manzanares entraron los dos más parejos. Fueron, segundo y quinto, toros de mala nota. El segundo, de fondo bronco y agresivo, por la manera de venirse encima, meterse, acostarse y pegar secos tornillazos. El quinto, por pararse y probar sin regalar una sola embestida ni amago de hacerlo. Los dos habían galopado de salida.

Manzanares se estiró en el saludo del segundo en lances embraguetados de corto vuelo. Al quinto se limitó a lancearlo en brega discreta. El sentido del segundo le obligó a torear muy despegado antes de cortar por lo sano cuando el toro avisó por enésima vez. Lo tumbó de estocada sin puntilla. Y al quinto de otra después de una tanda que quiso ser toreo de castigo pero no tanto.

El cuarto galopó de partida, se recostó contra el peto de picar, se dolió en banderillas y fue en la muleta problemático. Embestidas inciertas, eléctricas, cuando parecía encogido, genio avisado. Castella pretendió someterlo bajándole la mano en el primer asalto, pero luego quiso abundar en muletazos convencionales. Topetazos del toro, que derrotaba protestando. No dejaron a Castella prolongar una faena que, por lógica, debería haber sido de aliño y castigo. Una estocada soltando el engaño.

Cuarto y quinto fueron pitados con fuerza en el arrastre. Visto lo visto, nadie apostaba por el último toro. Un espigadito y estrecho negro jirón, fino de cabos, culopollo, pero mejor hecho que los demás. Lo metieron debajo del caballo por las bravas, picó muy bien Tito Sandoval y en banderillas, apalancado primero, persiguió de bravo. Borja Jiménez, que había brindado al público un toro tan sin porvenir como el albahío, se abstuvo de brindar ahora. Seguramente, porque al toro había que llegarle mucho y estaba por romper. La sorpresa fue que el toro acudió claro a un cite en distancia para toreo cambiado por alto -la madeja habitual de dos y dos- y descolgó con estilo en los tres muletazos por bajo que abrocharon tanda. En ese momento se arrancó la banda de música con una pasodoble tan poco torero como “Juncal”. Protestaron a los músicos, que no callaron. Y enseguida una faena de disposición, de rara estrategia -distancias acortadas radicalmente cuando el toro, muy noble, parecía pedirlas amplias-, afanosa, habilidosa para ajustarse en los muletazos en redondo, rácana por la izquierda, que solo se vio en circulares cambiados de alarde, y, en fin, un solo terreno. Alivio del toro en pases de pecho muy logrados y despaciosos. Y una estocada letal. Dos orejas. La segunda, regalo del presidente.

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Cuaderno de Bitácora,- En el Diario de Sevilla de ayer un Francisco del Valle novelista granadino ha sorprendido al personal con la teoría, al parecer documentada, de que los años de infancia que Cervantes vivió en Córdoba fueron decisivos en su formación y personalidad. Como no he leído la biografía canónica y quién sabe si definitiva de Cervantes que publicó el año pasado Santiago Muñoz Machado, ganadero de bravo y director de la Real Academia Española, no puedo opinar. Del Valle sostiene que el padre de Cervantes, don Rodrigo el cirujano, era una auténtica prenda y no un depredador sexual pero más o menos.

No solo eso, Del Valle desentierra el espinoso asunto del lugar de nacimiento de Cervantes, ¿Alcalá de Henares? "Faltan pruebas concluyentes". Entre las ciudades cervantinas elijo Sevilla por delante de cualquier otra. La Sevilla de Rinconete y Cortadillo -obra maestra de la picaresca- y la Sevilla carcelaria que Cervantes conoció y vivió en carne propia. En una celda de Sevilla comenzó a tramarse el Quijote.

Última actualización en Viernes, 02 de Mayo de 2025 22:03