TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

  • Incrementar tamaño de la fuente
  • Tamaño de la fuente predeterminado
  • Decrementar tamaño de la fuente

MADRID. Crónica de José Antonio Del Moral: "La más entretenida"

Correo Imprimir PDF

La última corrida de esta larguísima y en su mayor parte aburrida feria – termina hoy con una de rejones -, resultó inesperadamente la más entretenida e interesante. El variado comportamiento y la general nobleza de los toros de Hermanos Lozano y El Cortijillo, cinco de los seis fieles al comportamiento típico del encaste Rincón en su mejor versión, se sumó a la gran disposición de los tres matadores que, además, representaron a sus respectivos países. El español Miguel Abellán dio una de sus mejores tardes en Madrid aunque no triunfó por sus fallos a espadas; el francés Juan Bautista, con el mejor lote, cortó un par de orejas por lo que salió a hombros por la Puerta Grande; y el mexicano Arturo Macías, tan valiente como siempre, pero de vacío por su poca habilidad frente al tercer toro, el único posible de su lote.

Madrid. Plaza de Las Ventas. Sábado 5 de junio de 2010. Calor y más de tres cuartos de entrada. Cinco toros de El Cortijillo y uno de Lozano Hermanos, lidiado en primer lugar. Muy bien aunque desigualmente presentados en el tipo de su procedencia Núñez. Dieron juego desigual con predominio de su nobleza en distintos grados. El de Lozano Hermanos, un manso con poder que resultó manejable en la muleta. El segundo, un gran toro, muy completo, bravo y noble. El tercero también noble aunque manseó en el caballo. El quinto mansurrón pero muy noble en la muleta. Y el sexto, el único que desentonó por descompuesto. Miguel Abellán (blanco y plata): pinchazo, otro hondo y descabello, aviso y ovación; pinchazo hondo y dos descabellos, aviso y vuelta al ruedo. Juan Bautista Jalabert (plomo y oro): estocada trasera desprendida de rápidos efectos, oreja; estocada caída, oreja. Arturo Macías (marino y oro): estoconazo tendido y descabello, aviso y palmas; dos estocadas atravesadas que hicieron guardia, silencio. Juan Bautista salió a hombros.

La verdad es que nadie se esperaba que esta interminable feria tan pobre en resultados artísticos fuera a terminar con la corrida más entretenida y, desde luego, la más interesante en su conjunto. El cartel era de modestos espadas y los toros de incierto comportamiento por llevar hierros distintos al famoso de su procedencia Alcurrucén, al fin y al cabo puro Núñez del encaste Rincón. Y como los más añorados por mejores de Rincón se comportaron cinco de los seis, dando clara oportunidad de triunfar a los matadores que los lidiaron y mataron con distinta fortuna. De haber acertado con la espada pronto y bien, los tres actuantes habrían tocado pelo y quizá alguno por partida doble en un solo toro.

Vayamos por delante con Miguel Abellán quien, además de ser el primer espada, tuvo una de sus mejores y más completas actuaciones que le hayamos visto en Madrid. Con el poderoso manso que abrió plaza, de la ganadería de Lozano Hermanos, no solo anduvo valiente, también muy listo y, por ende, muy torero. No fue fácil de lidiar este animal en los primeros tercios que hicieron presagiar la imposibilidad de meterlo en la muleta, pero como tantas veces sucedió con los toros de Rincón, el animal terminó dejándose someter por Abellán que, muy firme y templado, consiguió hacerse dueño de sus embestidas, poco a poco mejoradas por la limpia destreza del torero. Fue una pena que pinchara.

No satisfecho con ello y aunque el cuarto toro también manseó ante los montados llegando a banderillas con tanta movilidad como poca fijeza, Abellan se percibió pronto de que el toro se le vendría mejor citándolo desde lejos y, una vez comprobado que en corto no respondía, reemprendió la faena citando con la mano derecha a muchos metros distanciado del animal y, nada menos que en cuatro tandas por redondos cosidos a los de pecho, cuajó una más que estimable faena, prolongada por naturales en los que, por ya venido a menos su enemigo, tuvo Miguel que tirar del toro para darlos tan largos como fue este toro que cumplió con creces la exclusiva condición de los de su encaste, yendo un metro más allá que los de otras divisas en cada una de sus embestidas de por sí muy largas. Hasta un par de dosantinas templadísimas enjaretó Abellán antes de volver a fallar con los aceros. Un pinchazo hondo y dos golpes con la espada de descabellar impidieron que cortara orejas. No obstante, dio una merecidísma vuelta al ruedo.

Juan Bautista Jalabert tuvo el mejor lote en sus manos y a fe que aprovechó la gran oportunidad. Hacía tiempo que no veía tan ilusionado a este matador francés que, después de triunfar grandemente en Madrid hace años, pareció decaer víctima del conformismo. Pero ayer despertó hasta el punto de parecernos otro torero, más fresco y remozado. Claro que, sus dos toros fueron magníficos para el toreo. Pero a pesar de la escasa calidad de Juan Bautista como muletero, sería injusto negar que con ambos animales anduvo firme, templado y ciertamente fino en dos faenas que fueron premiadas con oreja solicitada con mucha fuerza por el público. Juan Bautista, pues, fue el único matador de toros que en esta feria consiguió salir a hombros por la Puerta Grande. Enhorabuena al torero y a los aficionados franceses.

No podemos decir lo mismo a los mexicanos porque Arturo Macías fue el peor librado en el sorteo, si bien su primer toro fue bastante mejor que el complicado sexto y aunque con ambos se la jugó como siempre – también y muy especialmente en un angustioso quite por gaoneras que hizo en el segundo toro - no acertó a encontrar la media distancia que requirió el que mató en tercer lugar que fue con el que debería haber estado más hábil. Se empeño en las cercanías, ahogó al toro y se le fue la cosa. Una pena porque la muerte de este animal se la brindó a su compatriota Eloy Cavazos que vino a Madrid expresamente para ver en Las Ventas al más destacado de los actuales matadores aztecas.