TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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Desde Bilbao, los "Timbales" de Paco Cerezo: "El telonazo en la boca de riego"

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El banderazo, telonazo, cambiado en la boca de riego ha tomado carta de naturaleza.

Desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca, metafóricamente hablando, siguen las mismas coordenadas.

Desde el incipiente novillero al afamado matador le ha dado ahora por comenzar las faenas de esta guisa.

Es una declaración de intenciones, un alarde de valor.

Mucho riesgo para tan poco lucimiento, por que pasarse el toro, se lo pasan pero que muy cerquita.

Diría que imposible más cercanía en muchos casos, pero de arte, ni el más ligero vestigio.

 

Más la gente lo acepta, la gente lo aplaude, pues vamos a darles para el pelo, se deben decir los toreros.

Y sacuden banderazos a troche y moche.

Antes daba uno semejante el Litri padre, el de los años 50 (parece que fue ayer...) y afortunadamente no le salían imitadores.

El “litrazo” que dieron en llamar a tal pasada, emocionaba y enardecía al personal, diría que lo metía en faena.

El cambiado de ahora no es para tanto, y se queda en el ¡uy! De los espectadores.

“Los tiempos cambean”, dijo Lagartijo el Grande.

Y es verdad.

Pero como no hay regla sin excepción, en lo del banderazo también la hay.

En este caso, dos, que yo recuerde.

Enrique Ponce y Morante de la Puebla no han caído en la tentación.

Fieles a la pureza de esas reglas no escritas del boca a boca tradicional.

El comienzo tomando al toro por bajo, enseñándole a embestir, sacando la muleta con suavidad por encima del pitón, para llevarlo a los medios.

El clasicismo y la torería, cada uno en su estilo, de estas dos figuras.

Toda la hermosura de la lidia en los prolegómenos, dejando ese regusto del toreo bueno.

“Sacándose el toro”.

Sin embargo, el banderazo tiene su momento.

El comienzo de faena clásico siempre ha sufrido la erosión de la moda taurina.

No hay que rasgarse las vestiduras.

Hubo también una larga época en que el comienzo muleteril eran los estatuarios.

A pies juntos y más tieso que un palo, el torero se lo pasaba hasta media docena de veces.

Como si nada.

A veces con los pies metidos en la montera colocada al efecto por el diestro para que quedase patente que no se va a mover ni un ápice.

Salvo complicaciones.

José Tomás los incluye en su repertorio, y este de verdad que no se mueve, aunque en ocasiones el toro se lo lleve por delante.

Y es que el taciturno torero de Galapagar se los pasa muy cerquita, y claro...

oca tradicional.
El comienzo tomando al toro por bajo,
enseñándole
a embestir, sacando la muleta con
suavidad por encima del pitón, para llevarlo a los medios.
El clasicismo y la torería, cada uno en su estilo, de estas dos figuras.
Toda la hermosura de la lidia en los prolegómenos, dejando ese regusto del toreo bueno.
“Sacándose el toro”.
Sin embargo, el banderazo tiene su momento.
El comienzo de faena clásico siempre ha sufrido la erosión de la moda taurina.
No hay que rasgarse las vestiduras.
Hubo también una larga época en que el comienzo muleteril eran los estatuarios.
A pies juntos y más tieso que un palo, el torero se lo pasaba hasta media docena de veces.
Como si nada.
A veces con los pies metidos en la montera colocada al efecto por el diestro para que quedase
patente que no se va a mover ni un ápice.
Salvo complicaciones.
José Tomás los incluye en su repertorio, y este de verdad que no se mueve, aunque en
ocasiones el toro se lo lleve por delante.
Y es que el taciturno torero de Galapagar se los pasa muy cerquita, y claro.
Última actualización en Viernes, 27 de Enero de 2017 19:12